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Numero 11 (2008)
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Cuando la Física se llamaba Física divertida
por María Dolores Rodríguez Doblas
Catedrática de Geografía e Historia

El Instituto “Padre Luis Coloma” inició sus actividades en 1838 como colegio de Humanidades, alcanzó la categoría de Instituto local en 1842 y en 1850 llegó a ser Instituto provincial. La protección económica de Juan Sánchez, bodeguero de Jerez, que en su testamento había dejado un fuerte capital para la fundación en la ciudad de un centro de enseñanza que preparara a los estudiantes para ir a la universidad, le proporcionó una situación desahogada que le permitió ir adquiriendo materiales modernos y de calidad que facilitaban y mejoraban la enseñanza. Se iniciaron colecciones de aparatos y objetos didácticos que se exponían en gabinetes especializados por asignaturas. Se hizo tal esfuerzo que se consiguió que el Instituto fuese un centro de referencia entre los Institutos de la Nación. Luego, en su larga historia, aunque perdió las asignaciones económicas del principio, las bases iniciales permanecieron y el espíritu de superación imperó siempre, de tal forma, que el afán por poner al día los gabinetes y el prurito de conservar la bien adquirida fama de centro bien dotado, llevó al Instituto a ímprobos esfuerzos de mantenimiento y mejora[1].

Vitrinas en el Instituto “Padre Luis Coloma”

Para nosotros, profesores del último cuarto del siglo XX en el Instituto Padre Luis Coloma, la presencia en el centro de un gran número de aparatos antiguos de Física nos ha llevado durante mucho tiempo a plantearnos la finalidad de los mismos, su utilización y, sobre todo, la mentalidad y la ideología de un profesorado que desde mediados del siglo XIX mantenía y acrecentaba aquellas colecciones. El camino ha sido largo de recorrer. Muy duro al principio porque todo era un caos, muchos aparatos estaban mal guardados y en desorden, porque ¿dónde se guarda en un instituto actual un material como éste? Desde luego las instituciones no atendían a este problema. Hemos sido los profesores, por nuestra cuenta y en nuestro tiempo, los que hemos intentado salvar este fondo patrimonial.

Primero hubo que identificar y proceder a la recomposición de muchos aparatos que estaban sucios y descompuestos; al mismo tiempo buscamos información sobre ellos en catálogos de laboratorios, en libros de texto antiguos y otros documentos que nos pudieran informar sobre las adquisiciones, el precio, sus lugares de procedencia...

El resultado ha sido que ahora conocemos las empresas fabricantes de toda Europa especializadas en la fabricación de material de enseñanza y hemos manejado los catálogos existentes en nuestros propios archivos que también hemos tenido que recuperar. Hemos conseguido trabajar y consultar un número muy elevado de libros de texto del siglo XIX procedentes de nuestra Biblioteca antigua que también hemos tenido que organizar. Pero, sobre todo, la catalogación y clasificación del material existente que ha dado lugar a un pequeño museo, entrañable para el Instituto, para la ciudad de Jerez y sorpresa de nuestros visitantes que creen imposible una realidad como esta. Están expuestos unos 200 aparatos de Física y Química así como más de 200 especies distintas de animales de todo el mundo y del entorno junto con rocas, minerales, fósiles. Destaca el Herbario con mil especies distintas, muy bien conservado. Libros, cuadernos, lapiceros, tinteros, secantes... forman otro conjunto de interés para la Historia de la Educación.

La catalogación y clasificación de aparatos nos ha servido para profundizar en el proceso de evolución histórica de la Física en los dos últimos siglos. Pero sobre todo, ha sido motivo para trabajar con nuestros alumnos que, sintiéndose protagonistas de su propio aprendizaje, fueron colaborando, generación tras generación, en la localización de los aparatos, de los libros de texto y en la organización y consulta del archivo.

En el presente trabajo nos gustaría exponer cómo se ha reflejado en la sociedad española y de nuestro entorno este esfuerzo tan grande que desde los Institutos se hizo por la enseñanza de la Ciencia, por su fe en el progreso, por su participación en el desarrollo industrial y en el avance de las Ciencias.

La Física y los Gabinetes en las nuevas leyes

La legislación titulaba la asignatura de Física como “Elementos de Física con algunos elementos de Química”. Se impartía en el último curso del Bachillerato, tanto en la ley Pidal (1845), que se estudiaba en 5º curso, como en la ley Moyano (1857), que se hacía en 6º. Las clases de esta materia eran diarias y tenían una duración de una hora y media. A la semana un total de nueve horas.

En el título VI de la sección 3ª de la ley Pidal (1845) se decía con qué medios de instrucción deberían contar los establecimientos públicos y de la Física en concreto dice:

Las asignaturas de Física y Química tendrán:

  • Un gabinete de Física con todos los aparatos que se exigen en la enseñanza elemental de esta ciencia.
  • Un laboratorio de Química con los aparejos y reactivos necesarios.
  • Un patio donde se pudieran hacer las operaciones químicas que exigen el aire libre.

Con la ley Moyano (1857) se publicó el Reglamento del 22 de Mayo de 1859 que en el Capítulo III, Artículo 4º dice: ... habrá además en los Institutos un Gabinete de Física y un Laboratorio químico con los aparatos e instrumentos indispensables para dar con fruto esta enseñanza.

En el Artículo 19 dice: “La dirección general de Instrucción pública formará catálogo de los objetos propios para la enseñanza de cada una de las asignaturas indicadas en el artículo anterior, a fin de que los directores se ajusten a ellos en las adquisiciones que se hagan.”

El catedrático

Juan Chavarri es el primer catedrático de Física, Química e Historia natural del Instituto. Estuvo incorporado al claustro desde su inauguración en 1838 hasta 1845 que fue destinado a Madrid. En este periodo el Colegio de Humanidades de Jerez se convirtió en Instituto Local (1842).

Todavía sin libro de texto, el profesor hizo una relación, sin numerar, de los temas que compondrían la asignatura que iba a dar. Su programa, publicado por el Instituto en 1838, es la base de lo que después habría de ser esta asignatura en el bachillerato que surgiera de la Ley Moyano. Dominan en él la Mecánica de sólidos y líquidos, los estudios del Calor y sólo unos conceptos iniciales de Electricidad.

Unos años más tarde, Juan Chavarri, con destino en la Universidad Central de Madrid, fue el autor de un libro de texto junto con otro catedrático de la Universidad, Venancio González Valledor, que publicaron en 1856. Este libro de texto aun no llevaba grabados como tenían los libros franceses de la época (por ejemplo, el texto de Ganot, de 1853, tiene 747 grabados).

De todos modos, es indudable que estamos ante un pionero de la asignatura pues cuando los demás institutos aun ni se habían iniciado, el catedrático de Física del Instituto de Jerez, junto a su programa, había montado un imponente gabinete donde los alumnos experimentaban los conocimientos adquiridos. Estamos ante una asignatura nueva que lleva consigo un nuevo método de enseñanza que ponía en práctica todo lo que se aprendía en la teoría.

El gabinete de Física

En 1838, en la apertura del Colegio de Humanidades, base del Instituto de Jerez, se dice de los gabinetes que ya estaban completos para los programas propuestos. Además del catedrático de Física, Juan Chavarri, se nombró un ayudante para el montaje de aparatos en Física y la preparación de experiencias en Química. Todo ello expresado en el siguiente texto:

Para que no falte nada a la perfecta enseñanza de la ciencia hállanse completos dos gabinetes de máquinas y aparatos para las lecciones de Física experimental y Química. Para la custodia de los gabinetes hay un conserje, que es a un tiempo ayudante para las operaciones de dichas dos clases.[2]

La adquisición de materiales sobrepasó las fronteras andaluzas y españolas y fueron adquiridos, en su mayoría, en Francia, en Alemania o en Inglaterra, donde personas de confianza se hacían cargo de las compras y comprobaban su eficacia y buena hechura, muchas de ellas eran representantes comerciales de las bodegas de Jerez en estos países. Para adquirir los materiales acudieron a todo tipo de empresas nacionales y extranjeras tanto de fabricación como de transporte.

Los aparatos adquiridos fueron de mucha solidez, encargados a empresas de solvencia científica y buena factura. Muchos modelos fueron encargo exclusivo del centro y llegaron numerados. Por todo ello se enorgullecen al haber conseguido aparatos buenos, duraderos, que no se perdieran por el uso y muchos más que los exigidos por el catálogo que el Estado había publicado para este fin:

Tenemos muchos más aparatos que los que ha recomendado el Estado. Los aparatos son de marcas de primera calidad “doble marca”, de mucha solidez y aunque llevan en funcionamiento veinte años se conservan muy bien no como los de otros centros que no aguantan ni una limpieza[3]

El gabinete tenía en 1861, 229 aparatos de Física, 180 objetos tenía el laboratorio de Química y 9 aparatos el observatorio de Meteorología que se instaló en el Instituto. Desde entonces no se paró en aumentar o reponer lo necesario, por eso en la colección actual existen instrumentos de todas las ramas de la Física que se estudiaban a finales del XIX y principios del XX.

La asignatura : La Física divertida, La Física recreativa

En las últimas décadas del siglo XIX es normal, al referirse a la Física, denominarla divertida o recreativa; y es que estamos ante la Física de los inventos que está perfectamente encajada en la Tecnología del momento y en el afán de descubrir nuevas verdades científicas que enriquecieran las novedades y que sirvieran para el progreso y para el porvenir, palabras repetidas continuamente en las Memorias Anuales de cada curso y en los discursos de los Directores o de los Secretarios. En este ambiente era de esperar la aparición de profesores y alumnos, llenos de optimismo y de fantasía, que fuesen capaces de aportar avances a la ciencia y de contribuir a la difusión de los nuevos conocimientos.

Globo aerostático Grupo de alumnos haciendo subir un globo aerostático. El profesor aparece en el centro. Ganot: Traité Elementaire de Phisique experimentale et appliquée y de meteorología. Publicada por el autor. En París en 1853. 2ª Edición. Lámina 83. Página 137

Revisando los inventarios de compras encontramos objetos con nombres muy evocadores referidos al mundo de la imaginación, del encanto mágico o del embrujo. Nombres que embaucarían la atención del alumnado y que los transportaría a unas realidades futuras que además de atractivas, resultaban divertidas. Pensamos en las experiencias realizadas sobre la tarima del Gabinete o Laboratorio, en los experimentos hechos en el patio del recreo donde aquellos artilugios fascinantes producían “milagros”: luces fosforescentes, globos que subían a las nubes, fenómenos eléctricos… Los libros de texto muestran algunas láminas en blanco y negro de estas experiencias.

Profesor y ayudante tomando medidas

A partir de los inventarios obtenemos listas de aparatos que hemos llegado a clasificar según sus nombres. La lista que exponemos a continuación recoge denominaciones muy atractivas para el alumnado. Este hecho nos confirma que llamarlos así era otra medida didáctica para atraer la atención y curiosidad de los adolescentes.

Tenía que ser divertida una asignatura cuyos aparatos tenían nombres como:

La Lluvia de Mercurio El Martillo de agua
El Rompe vejigas La Fuente de Herón
Los Vasos de Tántalo Los cinco globos aerostáticos
La Linterna mágica con vistas El Árbol eléctrico
El Sol girante El Campanario eléctrico
El Aparato para el granizo eléctrico La Estrella luminosa
El Bastón fulminante El Huevo eléctrico
El Cuadro mágico El Corta manzana
Los Hemisferios de Magdeburgo La Regadera mágica
El Figurín equilibrista Las Esferas flotantes
La Fuente en el vacío El Embudo mágico
Las Botellas centelleantes El Ludión o diablillo de Descartes

Todos los aparatos citados estuvieron en los gabinetes del Instituto de Jerez, así constan en las Memorias, junto con otros muchos. Hoy no están todos los citados, pero sí que hay una buena representación de ellos como para poder imaginarnos lo atractiva que resultaría la asignatura.

Julio Verne

En el desarrollo de este trabajo nos han venido muchas veces a la mente las novelas y los personajes de Julio Verne, como producto de este tipo de enseñanza que se practicó en toda Europa occidental. Julio Verne fue alumno de bachillerato en Francia donde aprendió Física con este mismo método y con casi los mismos aparatos. De su aprendizaje se desprenden muchas de las ideas que expone en sus novelas. Por eso pensamos en la satisfacción que sentirían los profesores y en la confianza que tendrían en hacer nuevos descubrimientos y conquistas. Muchos profesores procedían de la flamante Escuela de Ingenieros de Sevilla y muchos alumnos dirigieron hacia allí sus pasos. Eran muchos “Julios Verne” en potencia. No en balde, en el Viaje al Centro de la Tierra, en 20.000 leguas de viaje submarino, en Las tribulaciones de un chino en China... describe el autor numerosos aparatos: el “Carrete de Ruhmkorff”, la botella de Leyden, el plano inclinado, la máquina de Clarcke, el mechero Bunsen, barómetros, higrómetros, manómetros... Los aparatos descritos en estas novelas estaban en esta época en los Gabinetes de Física del Instituto. Actualmente, de todos ellos, hay ejemplares en la colección del Instituto de Jerez y podemos aprovechar sus descripciones para explicarlas a los alumnos. (Al final incluimos tres aparatos del Museo con su explicación científica y los comentarios, también científicos de las novelas de Julio Verne).

D. Santiago Ramón y Cajal, alumno en el Instituto de Huesca

Que los aparatos atraían la curiosidad de los adolescentes, que quedarían muy impactados o que difícilmente podrían olvidar aquellas verdades demostradas, nos lo confirman los comentarios de Ramón y Cajal sobre la asignatura cuando, como estudiante, del Instituto de Huesca comenta su clase de Física:

Cada ley o propiedad esencial era comprobada mediante experimentos concluyentes, que venían a ser para nuestra ingenua curiosidad juegos de mano de sublime taumaturgo. Con embeleso y atención cada vez más despierta, mirábamos colocar sobre la mesa los imponentes y extraños aparatos, muy especialmente las formidables máquinas eléctricas de tensión, entonces de moda.

Dejo apuntado ya cuán interesante encontré la Física, la ciencia de los milagros. La óptica, la electricidad y el magnetismo con sus maravillosos fenómenos, teníanme embobado[4].

Alumnos ilustres del Instituto de Jerez

Asimismo en los primeros años del siglo XX estudiaba en las aulas del Instituto de Jerez D. Manuel Lora Tamayo, que llegó a ser catedrático de Química y Ministro de Educación Nacional y que no se cansó de decir cómo le habían gustado estas asignaturas y además recuerda a sus compañeros del instituto que habían obtenido grandes éxitos en el campo de la ciencia:

Tengo presentes los gabinetes de Física, muy completos para experiencias de cátedra o los de Historia Natural, en los que aprendimos una anatomía no superada después. Por allí desfilaron, oficiales o colegiados, entre otros que recuerde el geómetra Pedro Pineda, del que años más tarde fui colega en la Facultad de Ciencias de Madrid, el ingeniero de caminos y profesor de la Escuela Pedro Manuel González Quijano, mi vecino de sillón en la Real Academia de Ciencias, el ingeniero Eduardo Ángulo, cofundador de la Empresa Nacional Calvo Sotelo de lubricantes, de la que fue director general y presidente, el jesuita Joaquín Peñuela, especialista en lenguas semíticas[5].

Cita D. Manuel a Pedro Pineda Gutiérrez, a Pedro Miguel González Quijano y a Eduardo Angulo. De los tres incluimos una pequeña reseña porque pertenecen a la generación del 27 y que por ser sus especialidades en el campo de las Ciencias y haberlas desarrollado en los años 30 han permanecido en el desconocimiento de muchos.

Pedro Pineda Gutiérrez (1891-1983). Consta en los libros de Secretaría que ingresó en 1901, que hizo el Examen de Estado el 16 de junio de 1908. Pedro Pineda fue geómetra y catedrático de la Facultad de Ciencias de Madrid, doctor en Ciencias Exactas, catedrático de Geometría Diferencial y de Geometría y Trigonometría de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid y, anteriormente por oposición, de Geometría Descriptiva de la de Zaragoza. Fue autor de interesantes trabajos y publicaciones sobre diferentes puntos de la matemática, uno de ellos titulado "Estudio de la Colineación compleja en el plano y representación real de la misma", premiada por la Academia en el concurso ordinario de 1924. En un artículo reciente sobre su trabajo lo vemos en una fotografía acompañado de Albert Einstein en Zaragoza en 1923[6].

Pedro Miguel González Quijano (1870 – 1958). Consta también en los libros de Secretaría del instituto de Jerez. Fue ingeniero de caminos y profesor de la escuela de Ingenieros de Caminos, académico de la Real Academia de Ciencias y eminente ingeniero y matemático. Entre sus proyectos se encuentra la dirección de obras del pantano de Guadalcacín, que recibió el Premio a la Construcción en 1919. Son también muy valorados los sifones realizados en la Junta de los Ríos (Cádiz).

Fue inspector general del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, profesor de Hidráulica y de Hidrología en la Escuela del mismo Cuerpo, delegado de España en la World Power Conference. Fue corresponsal de la Academia de Ciencias de Zaragoza y del Instituto de Coimbra. Autor de obras como "El problema del agua", "Hidrológica general agrícola", "Política hidráulica" y "Repoblación forestal" y de otros trabajos científicos.

Eduardo Angulo. Cofundador de la empresa nacional Calvo Sotelo de lubricantes durante la dictadura del general Primo de Rivera. Director general y presidente de la misma y autor de numerosos estudios de su especialidad.

Estos alumnos así como otros muchos son el resultado de un tipo de enseñanza como la que estamos intentando describir aquí.

Y algún profesor

Don Eduardo García Rodeja. Catedrático de este Instituto entre los años 1916 – 1920 que cesó por traslado al Instituto de Málaga, donde sería el profesor de Severo Ochoa en 1921. Por una carta del premio Nobel a su profesor podemos hacernos idea de cómo ejercía su profesión:

¿Qué valor pueden tener los conocimientos que usted me transmitió? Incalculable, y añada usted a ello el estímulo de su entusiasmo que tan fascinadora y atractiva hizo para mí la Química… Sabe usted muy bien cuán pocos son los maestros capaces no sólo de enseñar bien, sino, y esto vale quizá más, de hacerlo con tal entusiasmo, dedicación y ejemplaridad que excitan la imaginación y el interés de sus alumnos, hasta el punto de convertir sus estudios y trabajos en un verdadero placer… Que tenga usted muchos años para seguir haciendo a otros jóvenes el bien que a mí me hizo[7].

Algunas conclusiones

Nos resulta obvio que de una didáctica viva, de un buen método activo, de unos buenos materiales, de un profesorado motivado y bien formado tienen que resultar unos alumnos preparados y dispuestos a trabajar por el desarrollo científico e inclinados a la labor investigadora. Como así fue.

La formación del Gabinete respondió a tres criterios fundamentales que intuimos a partir de las actividades desarrolladas para su formación y conservación:

  • El placer de la contemplación basado no sólo en el conjunto de la colección sino en cada aparato con la convicción de que su funcionamiento desarrollaría en el alumnado, aparte de las verdades científicas, la imaginación, la fantasía y el juego. Actualmente produce la misma fascinación que cuando fueron observados por vez primera y esto justifica nuestro trabajo actual.
  • El interés por la investigación. La invención y manejo de estos aparatos iban encaminados a los descubrimientos industriales, propios de la era que se vivía. Después, el impetuoso progreso llevó al olvido de muchos de estos artilugios hasta reducirlos a la inutilidad, a pesar de estar basados en principios físicos que habían sido el origen de innumerables adelantos.
  • Las posibilidades didácticas. La exposición puso a disposición de profesores y alumnos un recurso de primer orden para el estudio de la Física. Hoy puede poner a disposición de la Enseñanza el estudio crítico de la Historia de las Ciencias Experimentales, el análisis del lenguaje audiovisual y, sobre todo, puede servir como soporte experimental para la Física y Química actuales.

Creemos que la colección servirá para estimular nuevas investigaciones y que facilitará la consulta de fuentes complementarias, etc.

Tubos Geissler
Tubos Geissler. Adquiridos por el Instituto en 1878 (seis en caja y cinco sueltos). Nº de inventario: 64. Electricidad. Son tres. Efectos luminosos al producirse la descarga en gases muy enrarecidos. Por medio de alambres, el tubo que contiene gases muy enrarecidos u otras sustancias fosforescentes, se producen curiosos y bellísimos efectos de iluminación.
El plano inclinado del gabinete de Jerez

En las Memorias del Instituto se le cita así:” Aparato para demostrar las propiedades del plano inclinado, con plano de cristal y círculo graduado de latón”. De madera, latón y vidrio. Plano inclinado de cristal con tornillo para inclinarlo.

Plano inclinado del Gabinete de Jerez
Ficha técnica
Nº de inventario: 6
Mecánica de Sólidos
Adquirida por el Instituto antes de 1861.
Adquirida por 2ª vez en 1887.

La máquina se compone de una plataforma de vidrio, dos elementos de medida -un goniómetro para medir el ángulo de inclinación y un centímetro para medir la altura-, un paralelogramo que incorpora una cuerda, que posee un gancho en el extremo para acoplar los pesos y en uno de los bordes del vidrio una pequeña polea que permite que la cuerda tire del cuerpo perpendicularmente y paralela al plano.

Utilidad

En el Museo de la Ciencia de Madrid: La máquina se utiliza para demostrar el comportamiento de un cuerpo sobre un plano inclinado e identificar las diferentes fuerzas que actúan sobre él.
Museo de la Ciencia y de la Tecnología. Madrid.

En los libros de texto del siglo XIX: Para demostrar la ley de equilibrio en el plano inclinado.
Marcolaín San Juan: Elementos de Física Moderna. Zaragoza, 1900. Pag. 33.

Para elevar materiales voluminosos sino hay tornos o poleas. Probablemente se usó para la construcción de monumentos antiguos.
Feliú Pérez,Bartolomé: Física Experimental y aplicada. Valencia, 1876. Pg. 33, fig. 41.

Julio Verne: “20.000 leguas de viaje submarino”:
Pero puedo mover el Nautilus de abajo arriba y de arriba abajo en un plano vertical por medio de dos planos inclinados unidos a sus costados sobre su centro de flotación, planos móviles que pueden tomar todas las posiciones y que se manejan desde el interior por medio de poderosas palancas.
Julio Verne: 20.000 leguas de viaje submarino. Capítulo XIII. Pag. 121.

La Botella de Leyden del gabinete de Jerez

Utilidad
Para acumular carga eléctrica. Este sencillo instrumento es el primer condensador de la historia. Su utilidad radica en la posibilidad de disponer, una vez cargada, de electricidad para el estudio y la experimentación del fenómeno de la descarga eléctrica en cualquier lugar y momento. Para cargarla basta con conectar sus armaduras interior y exterior a una máquina electrostática y a tierra respectivamente.
(Museo Nacional de la Ciencia y la Tecnología. Madrid)

Botella de Leyden del gabinete de Jerez Botella de Leyden
Manuel Fernández de Fígares: Manual de Física y Nociones de Química. Granada. Librería de los señores, viuda e hijos de Zamora. Cuarta edición. 1875. Pagina 465. Fig. 321
Ficha técnica
Nºde inventario: 7. Electricidad. Modelo 1
Adquirida por el Instituto antes de 1861
Adquirida por 2ª vez por el Instituto en 1887

Entre las experiencias recogidas por el popular libro de Ganot en 1875 figura una escena de varios alumnos cogidos por la mano junto con el profesor, quien sujetaba una botella de Leyden cargada. De este modo, podía producir una descarga eléctrica que era transmitida a todo el grupo. Ganot también sugería la realización de experiencias donde uno de los alumnos podía emitir rayos eléctricos por sus manos, tras ser previamente electrizado sobre un taburete de madera, así como la realización de un "teatro eléctrico", donde las figuras eran movidas por la acción de la electricidad al igual que las"campanas eléctricas."
(J.R. Bartomeu Sánchez y Antonio García Belmar: Instrumentos científicos. Universidad de Valencia. Guía Didactica . Museo de Valencia.)

Julio Verne y la Botella de Leyden:
“Al leer esto pegó mi tío un salto, cual si hubiese recibido de improviso la descarga de una botella de Leyden.”
Julio Verne: Viaje al centro de la Tierra. Capítulo V. Edit. Anaya. Página 36.

Los Carretes Ruhmkorff del Gabinete de Jerez

El carrete Ruhmkorff fue un instrumento, muy popular en el siglo XIX , nombrado así en honor a su fabricante, Heinrich Daniel Ruhmkorff (1803 – 1877).

Carrete de Ruhmkorff del Gabinete de Jerez
Ficha técnica
Nºde inventario: 28 de Electricidad.
Modelo 3

Máquina de inducción por las corrientes, llamados aparatos de inducción electrovoltaicos. Adquirida en 1881 y pagada con dinero procedente de los derechos académicos. Fue encargada a los talleres del inventor, Ruhmkorff, en París. Cajón de madera, tubos de ebonita y discos de cristal.

Utilidad
Se compone de dos bobinas de ebonita una dentro de otra. La interior es la inductora y se pone en comunicación alternativamente establecida e interrumpida con los polos de una pila; además lleva en su interior un manojo de hilos de hierro dulce. La bobina exterior, en la cual se desenvuelve la corriente inducida, está formada de hilo muy fino y muy largo cuyos extremos terminan en dos columnitas aisladoras.
Manuel Fernández de Fígares: Manual de Física y Nociones de Química. Granada. Librería de los señores, viuda e hijos de Zamora. Cuarta edición. 1875. Pagina 531

Grabado de Viaje al Centro de la TierraPara la producción de corrientes inducidas. Bobina de inducción. Generador electrovoltaico para los tubos Geisler y para los tubos de rayos X.
(Marcolaín Sanjuán, R. Pedro: Elementos de Física Moderna Moderna. Zaragoza, 1900. Pag. 449. F 564.

De invención anterior a la de los transformadores de corriente alterna, es un verdadero transformador polimorfo y elevador, en el que se obtiene, a partir de una corriente primaria continua y de pequeña f.e.m. otra de alta tensión y alterna.

La bobina o carrete de inducción de Rühmkorff, precursor del transformador, se utiliza para obtener corrientes inducidas de alta frecuencia y potencial. Con este tipo de corrientes era posible iluminar tubos de Geissler, de rayos X, detonar explosivos a distancia, etc.
Museo Nacional de la Ciencia y de la Tecnología. Madrid

Los carretes de Ruhmkorf llegan a dar chispas hasta de medio metro de longitud. Se observa en el eje una línea blanca y brillante rodeada de otra envoltura más tenue de color violeta. La porción brillante de la chispa es la “descarga de tensión”. La envoltura morada recibe el nombre de “descarga de cantidad”. Pueden separarse con un ligero soplo.
E. Lozano y Ponce de León: Elementos de Física General. Madrid, 1904. Pag. 737 y 738.

Julio Verne y el carrete Ruhmkorff
-¿Cómo podeis alumbrar el camino y guiar vuestros pasos en el fondo del océano?
-Con el aparato Ruhmkorff, señor Aronnax. El primero se lleva a la espalda como os he dicho y el segundo se sujeta a la cintura, se compone de una pila Bunsen que pongo en actividad, no con bicromato de potasa sino con sodio. Una bobina de inducción recoge la electricidad producida, dirigiéndola hacia una linterna. En esta linterna hay un serpentín de cristal que solo contiene un residuo de gas carbónico. Cuando el aparato funciona, este gas se hace luminoso y da una luz blanquecina y permanente.
Julio Verne: 20.000 leguas de viaje submarino. Cap.XV

Tomó con una mano el aparato de Ruhkorff que llevaba suspendido del cuello, puso en comunicación con la otra la corriente eléctrica del serpentín de la linterna y una luz bastante viva disipó las tinieblas de la galería.
Julio Verne: Viaje al centro de la tierra. Capítulo XVIII

El aparato M. Ruhmkorff consiste en una pila Bunsen activada por bicromato de potasa que no desprende ningún olor; una bobina de inducción pone la electricidad producida por la pila en comunicación con una linterna de una disposición particular; en esta linterna se encuentra un serpentín de vidrio en que se ha hecho el vacío y en el que queda sólo un residuo del gas carbónico o de nitrógeno. Cuando funciona el aparato, este gas se vuelve luminoso produciendo una luz blanquecina y continua. La pila y la bobina están colocadas en un saco de cuero que el viajero lleva en bandolera. La linterna, colocada en el exterior, ilumina perfectamente en las más profundas oscuridades; permite aventurarse, sin temor a explosión alguna, en medio de los gases más inflamables e incluso no se apaga en el seno de las más profundas corrientes de agua. El señor Ruhmkorff es un sabio y hábil físico. Su gran descubrimiento es su bobina de inducción que permite producir electricidad de alta tensión. Acaba de obtener, en 1864, el premio quinquenal de 50.000 francos que Francia reservaba a la aplicación más ingeniosa de la electricidad.
Julio Verne: Viaje al Centro de la Tierra. Capítulo XI.

Notas a pie
  1. Mª Dolores Rodríguez Doblas: El Instituto Padre Luis Coloma, 150 años de historia. BUC, Jerez, 1989.[Volver a la lectura]
  2. Prospecto de la enseñanza literaria y moral que se da en el Colegio de Humanidades de S. Juan Bautista en la ciudad de Jerez de la Frontera. 1838. Pag.7.[Volver a la lectura]
  3. Julián Pérez y Muro: Memorias de 1861.[Volver a la lectura]
  4. Santiago Ramón y Cajal: Mi Infancia y Juventud. Capítulo XVIII.[Volver a la lectura]
  5. Manuel Lora Tamayo: ABC. Tribuna Abierta. 10 – 7 – 1988. [Volver a la lectura]
  6. Fco. González Redondo y Lourdes de Vicente Laseca. Internet.[Volver a la lectura]
  7. Eduardo García Rodeja, Severo Ochoa, Premio Nobel. Ministerio de Educación y Ciencia. Prontuario del profesor. Cátedra 1960-1961. Pag. 472,473.[Volver a la lectura]


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